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Aitaren mendiak / barne paisaiak
Dubblefilm Moonstruck
Miro a mi alrededor y me pregunto qué se siente al estar en casa. Hace tiempo que no lo sé. Es como si el espacio que habito se hubiera vuelto en mi contra, como si hubiera dejado de ser un refugio para convertirse en un paisaje oscuro, frío, demasiado extraño. Desde que llegó la enfermedad he estado atrapada en estas casas que no son mis casas, soñando con el exterior, imaginando su luz. Pero el hogar está en otra parte: bajo el agua, surcando el cielo, entre los árboles. El hogar es un recuerdo, una visión. Lo que acontece cuando cerramos los ojos.
En 2019 le pedí a mi padre que se llevara mi cámara a las montañas y que fotografiara las cumbres, los lagos. Le pedí que fuera mis ojos, una extensión de mi cuerpo. Que me trajera la nieve a casa, ese segundo hogar que es la naturaleza. Dos años más tarde, cuando tuve la fuerza suficiente, en una casa distinta, volví a cargar ese mismo carrete. Me senté en la cama de mi tía, frente al espejo, y me pregunté quién era, dónde estaba. Y entonces me di cuenta de que habitaba dos lugares al mismo tiempo: mi cuerpo y la casa, y los lugares invisibles por los que deambulo siempre en mis sueños, esas cumbres a las que mi padre me había acercado y sobre las que podía retratarme. Esta fotografía representa esa dualidad del hogar: lo que está dentro y lo que está fuera, el refugio y la jaula, la naturaleza y la casa.
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