Dar la vuelta a nuestro mundo.

Una y mil veces me quemó la Inquisición y aprendí a nacer de las cenizas. Me encerraron en un harén y encerrada no dejé de reír. Me pusieron un cinturón de castidad y adquirí las artes de un cerrajero. Cargué fardos de leña y me hice fuerte. Me pusieron velos en la cara y aprendí a mirar sin ser vista. Me despertaron los niños a medianoche y aprendí a mantenerme en vigilia.

No me enviaron a la Universidad y aprendí a pensar por mi cuenta. Transporté cántaros de agua y supe mantener el equilibrio. Me extirparon el clítoris y aprendí a gozar con todo el cuerpo. Pasé días bordando y tejiendo y mis manos aprendieron a ser más exactas que las de un cirujano.

Segué trigo y coseché maíz, pero me quitaron la comida y con hambre aprendí a vivir. Me sacrificaron a los dioses y a los hombres y volví a vivir. Me golpearon y perdí los dientes y volví a vivir. Me asesinaron y me ultrajaron y volví a vivir. Me quitaron a mis hijos y en el llanto volví a la vida.

Con tanta fortaleza acumulada, con tantas habilidades y destrezas aprendidas, Mujer, si lo intentas, ¡Tú puedes dar vuelta el mundo!

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